Para acabar el día nos fuimos hasta Helsingor, pequeño pueblecito donde lo más destacable es su enorme castillo de nombre kronborg. El castillo fue escogido por Shakespeare para ambientar su famosa obra de Hamlet.
Era posible visitar el castillo por dentro, aunque al ser la última visita del día y teniendo en cuenta los horarios de la zona, para cuando llegamos ya estaba cerrado, la verdad es que fue una pena.
Vista del castillo desde fuera de la muralla
Vistas desde el Castillo
El castillo era del siglo XV, aunque tras un incendio tuvieron que restaurarlo posteriormente. La función del castillo era vigilar la entrada a Oresund y cobrar el peaje aduanero a las naves que pasaban. Actualmente es un museo. Una de las curiosidades, es que los cañones que hay en las murallas todavía están en uso y cada vez que pasa el Yate real los utilizan para saludarlo. Cuando se visita el interior en los sótanos se puede ver la estatua de Holger Danske, que según cuenta la leyenda, si el reino se viese amenazado la estatua cobraría vida.
Acceso al patio del Castillo
Patio interior del Castillo
Vista general del castillo
Tras visitar los patios y los alrededores del castillo, desde donde se puede ver Suecia, nos fuimos a dar una vueltilla por el pueblo, aunque no pudimos aguantar demasiado ya que el aire era gélido e insoportable. En su mayoría eran pequeñas calles en las que había pequeñas casas de multitud de colores.
Calle Principal de Helsingor
Tras esta visita y algo cansados cogimos el tren de vuelta a Copenhague.